FRIDAY’S WALK

Sunset in Central Park. Apple Phone 6X, unmodified (14th February 2020)
Sunset in Central Park. Apple Phone 6X, unmodified (14th February 2020)
Tomato Sunset Tomato, Herminio Molero; esmalte sobre cartulina, Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, 1969
El perfil de Ignacio Gómez de Liaño es poco común pero no creo necesario desmenuzarlo aquí rutinariamente. No podría. Y tampoco se lo merece; está por encima de presentaciones al uso. Esta magnífica exposición -en gran parte su colección personal, que ha donado al Museo Reina Sofía- lo confirma. Es un auténtico regalo para los sentidos y el intelecto; para todos aquellos que, en España, prestamos atención a la creación y a la heurística, y, también, para los historiadores, del arte o de los últimos años del franquismo.
El laberinto instalado en el Instituto Goethe de Madrid dónde muchos pudimos experimentar la primera catarsis posible durante los últimos años del franquismo: vivíamos dentro de un régimen con burbujas de libertad, insufladas por Alemania en este caso, y con abismales carencias, también de libertad: un laberinto cerrado, pero iluminado
Poema Circular (una película), Elena Asins. Tinta sobre papel, ca. 1968. Donación de Ignacio Gómez de Liaño al MNCARS.
Gómez de Liaño ha planteado a lo largo de su vida una forma de cuestionar a la que en España hemos estado y seguimos estando poco habituados. Grandes personalidades como la suya -entre las más comprometidas-, molestan a las mentalidades institucionales y burocráticas y, también, a las más vanguardistas o progresistas. No se callan, aunque no siempre guste lo que dicen e, incluso sí, a veces, no gustan a nadie. Es cierto que no siempre son fáciles de comprender y que pueden llegar a ser exorbitantes. Pero la razón es que caminan siempre en el límite del pensamiento, y que, en todo momento, aspiran a hacerlo con coherencia. Esta exposición da buena cuenta de ello: no es el fruto de un coleccionista o de un artista, ni siquiera de un historiador, es mucho más: es el testimonio de un filósofo que mientras vive reflexiona de manera creativa sobre los aspectos que considera cruciales en la vida, entre ellos, el arte y el conocimiento. Esta exposición ofrece el testimonio de una fértil época de creatividad cuyo enorme valor se aprecia ahora en toda su dimensión, porque fue requisito sine qua non de muchas otras polinizaciones artísticas que la sucedieron, muy distintas en carácter y objetivos, y, entre otras, la llamada movida. Él mismo, a través de su compromiso y de su búsqueda fue creador y protagonista de aquellos mimbres, que ahora revela en esta exposición, y culmina con su donación al museo.
S/T, Julio Plaza. Metal esmaltado, ca. 1967
Un posible punto de partida teórico para explicar lo que se aprecia en la exposición se sitúa en las primeras y segundas crisis del lenguaje en la Rusia zarista prerevolucionaria y, después, en Francia, tras la Segunda Guerra Mundial: en la senda de Saussure, Jakobson, y los formalistas Schklovsky y Bajtin, entre otros, que inician nuevos y drásticos métodos de análisis de los procesos de la creación en el ámbito del lenguaje y de la literatura. Otros poetas y artistas plásticos rusos se adentrarán en diversos experimentos, uno de entre los más notables el zaumni iasik (lenguaje irracional) en la ópera Victoria sobre el Sol, por ejemplo, de Alexei Kruchionij, Victor Jlebnikov, Mijail Matiushin y Vladimir Malévich, en 1913. También, más tarde, los constructivistas moscovitas se acercarán, en la década de 1920, a lo concreto, al minimalismo avant la lettre, y a lo automático -o a un objetivo tan místico como buscar la tridimensionalidad de la construcción en la bidimensionalidad de un plano-, con el fin de abandonar definitivamente la agencia individual del artista para entrar, «revolucionariamente», en ámbitos productivos del estado soviético desligados del arte (al menos del concepto de arte que había prevalecido hasta la fecha, cuando design se traducía aún por «dibujo» solamente).
Spatial Composition, Katarzyna Kobro. Painted Steel, 1929. Muzeum Sztuki, Lodz, en el MOMA
Es un aliciente que el Museo Reina Sofía dedique una amplia exposición, en la planta inmediatamente superior, a la actriz y activista francesa Delphine Seyrig, la inefable musa de Alain Resnais en L’année dernière à Marienbad. Esta película, de 1961, cabe bien dentro del proceso general de búsqueda más allá del lenguaje, y de su descomposición, al que ya he hecho mención, revivificando la vieja idea de vanguardia con un guión nouveau roman. Este film de Resnais contiene numerosos tesoros en los que no puedo extenderme ahora. Me detendré solo en Maso [chisme] et Miso [gynie] vont en bateau (lo que va entre corchetes es mío), «Maso y Miso van en barco», un film re-interpretativo de un episodio del programa pionero de entrevistas de la television francesa, Apostrophe. Las habilidades de su sinuoso presentador, Bernard Pivot, quedan al descubierto gracias a la acción de Delphine Seyrig y su equipo, que logran desnudar el machismo del patriarcado reinante. Con su grupo, las Insoumuses, que firma Maso et Miso vont en bateau, logra dejar constancia del doble rasero de Bernard Pivot y de la Secretaria de Estado francesa para el (primer) Año de la Mujer en Francia, Françoise Giroud, en 1975. Lo más interesante es, a mi parecer, que convierte su grafiti audiovisual en un arma eficaz para el activismo político ya en la década de 1970.
Deplhine Seyrig y Giorgio Albertazzi en una escena de L’année dernière à Marienbad, de Alain Resnais, con guión de Alain Robbe-Grillet, 1961.