Ayahuasca
por Zugvogelblog
En los valles cercanos a La Paz hice numerosas excursiones y encontré lugares de gran belleza. Durante el invierno del Trópico austral una luz nítida y deslumbrante baña las rocas y los neveros más grandes. Estas fotos corresponden a lugares que se sitúan en torno a la cumbre del Huayna Potosí (6088 m.).
Cuando camino –y más aún a esas alturas andinas-, la respiración pasa a un primer plano. Como necesito un ritmo posible ajusto no solo la velocidad sino la ambición del ascenso. Mido mis fuerzas porque no puedo engañarme sin sufrir daño. La montaña está más cerca del origen que yo, eso está claro; se que la formaron volcanes, y que el planeta tiene una existencia aproximada de 4.600 millones de años… mi respiración está ahí desde hace muy poco pero exactamente desde el origen de mi vida y de mi percepción …cada excursión es un contacto silencioso con esta historia, que me cuento a mí mismo mientras camino, como un mantra que me ayudara a sobrellevar este misterio.
La respiración puede sonar como una nana o como una tormenta. Si suena la nana, una armonía deliciosa entra en el ritmo y en los pulmones. Observo entonces cómo los pensamientos y todo lo que brota del ritmo de la respiración está vinculado a mi paso mientras camino, y cómo éste, a su vez, va unido a una voluntad concreta de ir a algún lugar o de continuar. La nana adormece ese flujo interno y, si hay suerte, el ritmo lo invade todo y el estado puede ser meditativo. La sensación cálida y amorosa de unión aparece suavemente desde algún lugar invisible y se extiende con sutileza (¿dónde nace exactamente nuestra respiración?). Si no, tal vez sea mejor parar.
La respiración y el mecanismo del soplo son cruciales en la vida. El deporte, la danza o la música no pueden desarrollarse sin un conocimiento de este aire que entra y sale. Pero pocas son las disciplinas que, como la práctica de yoga, se adentran en la observación del prana (el circuito vital de la energía). Para algunas culturas chamánicas de los Andes peruanos, cuyos rituales y ceremonias he podido compartir, la respiración –en concreto, el soplo o pukuna iku– es también un mecanismo primordial de su medicina, cuya tradición gira en torno a una cocción de plantas llamada en lengua quechua (también en aimara, aunque con distinta ortografía), ayahuasca, «el cordón hacia el interior».
Bonito artículo.
Es curioso lo que cuentas sobre el espíritu de las montañas, me voy a plantear subir a una a ver qué pasa. Eso sí, me pega que no sirva cualquiera al uso, tiene que ser una bastante majestuosa e impresionante, pura piedra y hielo. Me serán muy útiles las pistasque das sobre la metodología a seguir para alcanzar el estado mental apropiado, muchas gracias.
Pues sí, las montañas tienen que tener algo muy especial cuando en torno a ellas, seguramente por ellas, se desarrollan culturas tan espiritualmente poderosas. Hablas de los Andes y parece el Tibet. Tengo que probar.
En este maravilloso blog de geografías, la geografía del alma se asoma.
Juan Marín me recomienda este blog y con muchísima razón! 🙂
Coincido con Juan: las observaciones y las imágenes son propias de Tibet y su filosofía.