Las escaleras de Friburgo

por Zugvogelblog

Freiburg    –    Friburgo    –    Ciudad  Libre

En lo más alto del Schlossberg de Freiburg, entre frondas de castaños y “hayas de sangre” (Blutbuche) sobresale un apéndice metálico. No es una antena de telefonía móvil, ni una radio o molino de viento: es el último tramo de una escalera que asciende en espiral hacia las nubes hasta que la remata un balcón.

Hotel, trenes, casas de Friburgo

Hotel, casas y estación de tren de Friburgo

Cada peldaño de esa escalera -de madera los que están sobre tierra y de metal los de la torre-, está numerado, y permite saber con exactitud y en cualquier momento del ascenso, la altura lograda y la que falta para culminarlo.

Una escalera dentro de una torre

El último tramo de la escalera del «monte del castillo» (Schlossberg)

Llama la atención del visitante que sobre el lienzo vertical de los escalones puedan leerse inscritos en sucesión, mientras se asciende, numerosos nombres de familias, del farmacéutico de la plaza, de empresas o de particulares: es imposible subir esta escalera e ignorar que es el fruto de una empresa común.IMG_0378

Hecha entre muchos pero para el disfrute de muchos más, esta escalera posee cualidades simbólicas: es un circuito para el recreo, el deporte y la salud; es un sencillo acceso al mirador de Freiburg, y, además, una buena combinación del presente -encarnado en el vaivén del resuello durante el ascenso-, y el pasado -ligado a quienes la hicieron, cuyos nombres se leen al subirla. A cada paso corresponde un escalón, y a cada escalón una gratitud silenciosa por una iniciativa civil tan lúdica como necesaria. No podría definir aquí qué es exactamente la libertad, porque ésta se construye y cambia demasiado rápido como para encerrarla en palabras, pero ese proceso de «permanente construcción» que le es intrínseco comparte algo de la factura de esta escalera.

Postal y panorámica de Freiburg über Breisgau

Postal y panorámica de Freiburg über Breisgau

El balcón de la torre ondea en lo alto. Es menos abstracto que una bandera y representa con más fidelidad qué podría ser la libertad: un proyecto común propiciado por la convivencia. Para que una ciudad sea libre sus ciudadanos deberían poder involucrarse en proyectos semejantes. Y sus gobernantes tomar la responsabilidad junto a ellos para que esto sea posible.

El balcón de la torre bajo las nubes

El balcón que remata la escalera de Freiburg, bajo las nubes

He vivido en seis ciudades a lo largo de los últimos quince años: Madrid, Barcelona, Berlín, Nueva York, San Petersburgo y Moscú. ¿Son ciudades libres? La pregunta pertenece a ese género de curiosidad tan superficial como habitual en los medios; antes que lanzarme a la tarea de responderla prefiero subir una escalera como la del Schlossberg de Freiburg, llegar hasta el balcón de arriba y contemplar la panorámica.

Otra escalera de Freiburg

Escaleras de Friburgo

Ascendí desde la plaza de la catedral en cuanto distinguí la torre en lo alto del Schlossberg. Contemplar la ciudad desde un punto elevado -muchos lo hemos intuido así- procura una sensación que podría estar cerca de la «libertad», pero además de una sensación, el sustento físico que me la proporcionó resultó ser una empresa de los ciudadanos !Qué felicidad cuando reconocí que los habitantes de Freiburg, sintiendo lo mismo, habían construido ya una escalera y un balcón!

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