Lagunas encantadas

por Zugvogelblog

Los epítetos que se suele aplicar a las  lagunas anuncian por lo general cualidades oscuras por misteriosas, diabólicas, negras, maléficas o ponzoñosas.

Camino de la Laguna Verde, en la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa, Altiplano Bolviano

La Laguna Verde al fondo. Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa,                       Altiplano Boliviano

No tan lejos de esta primera connotación oscura, otro significado las vincula a carencias o pérdidas de memoria de carácter momentáneo, permanente o, incluso, innato. A menudo se las equipara sin más a una rara especie de “agujero”, bien de la ley -lagunas legales- bien de la formación o del conocimiento. Estas aguas mansas podrían encarnar simbólicamente la dificultad de acercarse a lo que, en Occidente, es atractivo y repulsivo a un tiempo. Igual que la bruja Lorelei en los cuentos del Rhin, o el Castillo de Barbazul, las lagunas parecen significar que lo que atrae no deja incólume.Flamencos en la laguna copia

Atraen y repelen a un tiempo. Una posible clave de este efecto es que quizás sean lo más parecido a la fisonomía que el planeta lució (sin vegetación, en cráteres de volcanes), durante los casi 4000 millones de años que la llamada “sopa orgánica”  (los divulgadores lo bautizaron así, organic soup, desde la década de los 70), dio lugar a la vida. Es decir, son lo más parecido a los recintos de agua dónde, incluso antes de atrapar el oxígeno en océanos y mares, empezó a forjarse la biodiversidad que hoy conocemos.La laguna verde copia

La curiosidad –morbosa- por las lagunas me la creó por primera vez la literatura, a través del poema La Tierra de Alvargonzález, de Antonio Machado, donde la laguna Negra de Urbión es testigo inerte -¿cómplice, tal vez?- de un horrendo crimen. Años después, cuando visité la laguna Verde, comprendí que la maravilla de estas aguas tranquilas de color deslumbrante no podía, en nuestro imaginario, estar solamente ligada a hechos siniestros.

La Laguna Verde

La laguna Verde

De hecho, la más famosa de las lagunas es una que acaso no haya existido nunca, la laguna Estigia, que cruzaba el barquero Caronte con las almas de los muertos, sobre cuyos ojos los familiares depositaban previamente óbolos (monedas que podían ser de de ceniza), para que éste las condujera bien al paraíso bien al infierno, dónde les correspondiera. Esta relación con el inframundo plutónico, donde hay más fuego que agua, explica mejor, a mi modo de ver,  la atracción que ejercen las lagunas: puede uno imaginarlas como conductos acuosos por dónde brota aún la energía de origen estelar del planeta.

El barquero Caronte cruzando la laguna Estigia, uno de mis cuadros favoritos en el Museo del Prado, obra de Joachim Patinir

El barquero Caronte cruzando la laguna Estigia, uno de mis cuadros preferidos.                        Obra de Joachim Patinir, 1520, Museo del Prado

Tardé muchos años en darme cuenta de que existían lagunas domesticadas. Eran lugares mágicos, los había visto muchas veces pero no había advertido que eran, también, a su manera, lagunas. Espero que al lector no le importe, si ha llegado hasta aquí, sumergirse mejor en lo que quiero decir dando una breve pirueta: bajemos al fondo de una laguna en un submarino amarillo con los Beatles. 

En una escena de Yellow Submarine, los protagonistas deambulan por entre un aséptico mar de círculos negros, ordenados simétricamente como un abstracto olivar. En realidad, más que círculos son una especie de agujeros encantados por los que uno puede entrar y salir como si de túneles se tratase, que estuvieran comunicados entre sí a través de otros espacios que el espectador no puede ver. Acaso túneles del espacio, y no solo del tiempo, que, en el colmo de las posibilidades, uno puede doblar y guardarse en el bolsillo.

trampal en candelario

Un trampal, Sierra de Candelario, Béjar

LAguna sierra de candelario copia

Lagunas del Trampal, Sierra de Candelario

En las lagunas no se puede hacer todo lo que hacían los Beatles con su submarino pero están vinculadas a la existencia de otros mundos igual que aquéllos agujeros negros. Guardan la entrada con sus aguas, como si fueran esfinges líquidas que, pertrechadas de un gran espejo, obligaran al visitante a mirarse antes de adentrarse en sus aguas e iniciar el viaje a su interior. Pero se trata de un viaje doble: de la misma manera que el agua, a modo de espejo, reproduce la imagen del que la mira, desdoblándolo, también el viaje se desdobla: al interior de la laguna y al interior de uno mismo.

Laguna de Peñalara (foto de P. Nicolás)

Laguna de Peñalara (foto de P. Nicolás)

Asociadas de antiguo a la iniciación y a la catarsis, también están emparentadas con los círculos negros de Yellow Submarine, a través de los cuales se puede iniciar un tránsito a lugares desconocidos. Posiblemente sin necesidad de la dietil-amida del ácido lisérgico que exuda la obra de los Beatles, pero tal vez con el cornezuelo del centeno, tan conocido en Eleusis o en los llamados “antros” de la Antigua Grecia, dónde se practicaba la inmersión como parte de distintos rituales esotéricos.

piscina david hockney

Piscina, polaroids, David Hockney

Si los agujeros negros de Yellow Submarine son lagunas “vanguardistas”, otros parientes lejanos de las lagunas, por ejemplo, los pantanos, albercas, aljibes, y piscinas en forma de riñón, son lagunas domesticadas: sus aguas carecen de una fuerza o energía similar a la de las lagunas naturales pero conservan aún parte de ella y siguen excitando instintos y emociones. En una obra maestra del director francés Henri George Clouzot –muy diferente a Yellow Submarine– la piscina de una escuela de pueblo se convierte por unos días en una oscura laguna que concentra todo el suspense y el miedo del espectador porque éste teme incluso imaginar lo que lleva tiempo deseando hacer: vaciarla. El deseo de vaciar una laguna es, tal vez, la otra cara de la atracción que ejercen. La obra de Clouzot –que domina la presencia de la actriz Simone Signoret- porta otra clave aún más prosaica en su título, Les diaboliques.  ¿Cómo traducirlo del francés: ¿Los Diabólicos Las Diabólicas? La opción correcta desvelaría la trama y por esta razón se traduce de la forma menos exacta.

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David Hockney junto a la piscina real, en forma de riñón

Las lagunas respiran paz pero no son cementerios, sino todo lo contrario, son grandes incubadoras de vida. Un chamán las invocó así con su canto, lagunitas encantadas, y por fin me regaló el epíteto que buscaba. La canción, el ícaro del chamán, continuaba: “lagunita del querer, lagunita del amor…”, y en un momento dado se refirió a una laguna en concreto a la que llamaba la laguna del Inca. Los cantos del chamán recorrieron esa noche lugares muy remotos -como el Santuario de la Vírgen de la Puerta- pero, antes de acabar su ceremonia, regresaron  a la laguna del Inca y presté atención para recordar bien lo que decía: en sus aguas entran quienes desean tomar el poder para gobernar, para que su vida sostenga la energía que requiere un poder fluido y sano, que no destruya o enferme, sino que ayude a recorrer a cada cual su camino.

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