Ballygunge

por Zugvogelblog

(En español)

Ni guerras ni particiones de Estados ni complicaciones de la espiritualidad me han traído hasta aquí. A lo mejor un simple acto de voluntad acompañado de placeres que rara vez he disfrutado en tan armónica proporción.

Krisna robando las  bolas de mantequilla

Krisna robando bolas de mantequilla

Una parte de la atracción es música: Krisna tocando lila con su flauta, expectoraciones en el pasaje que se funden con el estrépito del monzón, el sonido de las caracolas al terminar las pujas, las tijeras del barbero, una orquesta de grillos o los gatos en celo… Una música que se entreteje en el oído de la misma manera que el vecindario se arremolina como estrellas en una galaxia: un precioso brazalete que brilla en la oscuridad.

Embarcadero en Kalighat

Embarcadero en Kalighat

Ballygunge es solo uno de los corazones de esta ciudad de grandiosa memoria, entregada a un deterioro que, como ocurre en San Petersburgo o en La Habana, la hace más humana que cualquier otra megalópolis. A su deterioro tangible se añaden prehistoria e historia -sucediéndose en ella simultáneamente- como capas de hielo superpuestas que se derritieran a la vez, azarosamente, en la lengua de un glaciar.

Ballygunge Place

Ballygunge Place

A Ballygunge me han traído muchos placeres, la mayoría invisibles, como la suerte de música que he descrito antes. Los más intensos se propagan a través de las redes del lenguaje que, como una araña oculta, el cerebro segrega. Escucho aquí muchas lenguas y no siento que pertenezcan a nadie; la gente las emplea como salvoconductos para salir de un mundo y entrar en otro, como si las palabras fueran el fuselaje de una nave espacial increíblemente rápida, ligera e invisible; lenguas que son como el dragón de la danza china, animado por masas de bailarines bajo su piel de papel.

Sea lo que sea, el tiempo es literatura

Tiempo apartado; literatura

Me siento como una madeja devanándose para tejer un tapiz mientras nos tendemos sobre la cama y hablamos. Si uno se para a pensar en ello, mantener una conversación es algo extraordinario. Y ésta es una conversación tranquila: la joya de la comunicación humana bajo el remolino de un ventilador cenital de aspas. Conforme las palabras brotan y la lengua inglesa evoluciona como humo, el tapiz de sonidos y significados va transformándose bajo nuestros cuerpos en una alfombra, en un vehículo para nuestro viaje, en un viaje sobre una cama dentro de una casa… una razón fugaz pero intensa para permanecer en ella. Las flores de los franchipanes exhalan su perfume y el diseño de esta alfombra virtual se teje también en mi memoria, un medio mucho más volátil.

lo nuevo y lo viejo

Como en la lengua de un glaciar

Bengala es una tierra dada a todo tipo de conversaciones en muchas lenguas pero sobretodo en bengalí, inglés o hindi; lo llaman adda. Mientras hablan, las camas se convierten en un pequeño teatro, real y virtual, y los cuerpos se desperezan hasta que adoptan una cualidad propia de un retrato de Francis Bacon. 

Desfigurada por el crepúsculo, una boca dice: “¿Por qué será que mucha gente no deja que los demás sean como quieren ser? “Especialmente”, continúa la voz, “grupos contra individuos –familias, castas, corporaciones, partidos políticos, bandas (incluso bandas de amigos o colegas)”. “¿No es una cuestión de mentalidades autoritarias más que de ideología? ¿Acaso una cuestión de hábitos dictatoriales, patriarcales, que todos compartimos?… Poder mal compartido; mal uso del poder por los seres humanos. Ignorancia. Miedo. Parece que es esto”. “Aquí, lo importante” –dice otra voz, con un tono propio de Kali, a los baconescos cuerpos envueltos en los pliegues del ocaso, “es que aquellos a quienes no dejan ser pueden convertirse, a su vez, en los que tampoco dejan ser a otros. Y cualquiera puede caminar sobre esa cuerda floja. Cualquiera”.Bacon4

Uno de nosotros lee a Thomas Mann, una obra menos conocida pero magistral, Carlota en Weimar, y lee en voz alta unas cuantas líneas –para ser preciso, una cita del famoso Capítulo VII, en el que Mann intenta, y consigue brillantemente, rescatar el genio de Goethe de las garras del nazismo:

“…hay algo más alegre que traicionar a los partidarios?, ¿un placer más ladrón que el de sustraerse a ellos, no dejarse sujetar por ellos, volverlos locos, una broma más grande que la de ver sus bocas abiertas cuando uno se supera a sí mismo y adquiere la Libertad?” (traducción de Francisco Ayala)

Diosas Kalis en un escaparate

Efigies de Kali en un escaparate

Es tarde en Ballygunge y la noche está en calma. Una sensación indescriptible de unidad encanta la casa mientras nuestra conversación sobre la cama llega a su fin. Para entonces nos hemos transformado en siluetas; parecidas a las que Goethe recibía como regalo de sus amigos. Sin rasgos ni detalle, solo formas negras y precisas que nos encarnan como lo harían nuestras propias sombras.

Goethe with a female bust on a tomb

Goethe en una tumba, con el busto de una mujer

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